domingo, 13 de junio de 2010

Menos fútbol y más política

A veces uno tiene que escribir guiado por “las señales de los tiempos” si es que espera que la “opinión pública” lo lea. En tiempos de mundiales y campañas electorales no quedan muchas opciones y entre las dos la decisión me resulta sencilla porque mi ignorancia es menor en política que en fútbol; eso explica el título. Claro que hoy puedo decir que la presentación de Shakira me pareció una maravilla.

Sobre la cosa política, igual corro el riesgo de pecar de ingenuo porque, aunque me gustan los asuntos públicos, se sabe que no hago parte de la vida activa de elecciones y partidos; para algunos eso equivale a proponer la formación de la selección de Brasil después de hacer un curso virtual en el SENA. De todos modos me arriesgo.

Después del debate de City TV, me quedó la sensación de que Mockus se hizo a unas cuantas consciencias; Santos, a unos cuantos votos. Es una actitud valiente la de arremeter contra la tradición clientelista del país poniéndola en cabeza de su contendor; el problema es que, entre otras razones, éste tiene esa popularidad justamente porque se apoya en acuerdos políticos que logran “economías de escala”.

También es verdad que de tanto hacer énfasis en las críticas, a Mockus no le ha quedado tiempo para explicar cómo piensa corregir la cultura del atajo, en un escenario particularmente complejo, teniendo en cuenta la participación tan precaria que su Partido en el Congreso. No me imagino quién podría ser su Ministro de Gobierno para que se le mida a semejante potro. No todo es tecnocracia.

Sin embargo, pienso que lo que Mockus no consigue en las urnas si podría alcanzarlo desde la sociedad civil. Unos cuatro millones de votos son un patrimonio político interesante para cualquier líder de opinión. Me da la impresión de que el profesor sabe que ya no se posesiona este año, pero aprovecha el protagonismo que se ha ganado a pulso ante la Opinión Pública para abonar el terreno y sembrar unas cuantas semillas de movilización cívica.

Por ejemplo, creo que su argumento sobre el incremento de los impuestos no es tanto un planteamiento fiscal como una invitación a que los ciudadanos aceptemos la responsabilidad que nos cabe en la solución de nuestros problemas sociales. De hecho, ya puso sobre la mesa el ejemplo de la donación voluntaria del 10% que aplicó durante su Alcaldía.

Si los seguidores de Mockus son consecuentes, tendrían que estar dispuestos a secundar las iniciativas que éste formule desde la oposición cívica. De otra forma, caerían en la misma pasividad que él cuestiona y contribuirían a legitimar ese mesianismo que tanto daño le hace al país, y que consiste en delegar en unos pocos la responsabilidad por los problemas de todos.

En estos tiempos en que hasta la justicia ha caído en tal grado de politización, lo que es ingenuo es pensar que los poderes de la democracia son el ejecutivo el legislativo y el judicial. Como afirma Alejandro Llano, tenemos que empezar por reconocer que las verdaderas fuerzas que rigen estas sociedades de consumo son el Estado, el Mercado y los Medios de Comunicación.  Por tanto, el verdadero cuarto poder tiene que ser la sociedad civil, si es que realmente aspiramos a consolidar una democracia. En ese terreno Mockus tiene autoridad moral para exigir y talante para movilizar.

Para concluir con el mismo Llano, “en realidad, no hay más libertades que las que uno se toma (…) el actual discurso sobre la sociedad civil parece con frecuencia referirse a una tierra de nadie de la que siempre cabe sospechar que es de alguien muy determinado. (…) El intervencionismo estatal llega tan lejos como se lo permite la irresponsabilidad ciudadana, aletargada por un consumismo que –según dice Daniel Bell- redefine los lujos de hoy como necesidades de mañana”.
[1]



Ahi ta.



[1] Referencias tomadas de Humanismo Cívico, de Alejandro Llano. Ariel, Barcelona, 1999.