domingo, 15 de diciembre de 2013

El tema no es Petro....

Un año después de haberse iniciado la investigación de la Procuraduría sobre la actuación del Gustavo Petro, algunos deciden rasgarse las vestiduras porque finalmente el Procurador lo destituyó, de la misma forma que lo ha hecho con tantos funcionarios públicos, independientemente de que sean o no de elección popular. Si les parecía tan ilegal la actuación del Procurador, ¿por qué no se manifestaron cuando se inició la investigación, o cuando destituyó a los otros gobernadores y alcaldes?

Lo curioso es que al Procurador lo acusan de actuar con intereses políticos y religiosos, pero no han podido tumbarle sus decisiones con argumentos jurídicos... ¿Será que sus detractores han estudiado menos? Por otro lado, ¿cuál es la implicación penal de la actuación del Procurador, para que tenga que intervenir  el fiscal...?

Yo lo que pienso, sin ser experto en temas políticos, es que Petro es un aliado muy importante del Presidente, como para que acepten semejante gol en plena época preelectoral. Y claro, como por estos días los principales medios de comunicación están a favor del Presidente, pues no va a ser fácil conocer con objetividad el pulso de la opinión pública frente al tema.

Es obvio que Petro tiene todo el derecho al pataleo legal y político del que sea capaz, pero si finalmente queda en firme la decisión de la Procuraduría, esperamos que tenga la altura para aceptar la decisión y dé un paso al costado, cualquiera que sea el término de la inhabilidad que se le imponga.

Lo que me parece realmente grave de toda esta situación, y que realmente muestra la crisis de institucionalidad que estamos viviendo, es que en este país la participación legítima de los ciudadanos vale más o menos lo que costó el papel para recogerlas. Se nos olvida que más de 600.000 ciudadanos participamos en la recolección de firmas para la revocatoria del mandato, pero hasta el momento eso no ha tenido ningún peso de cara a la obligación que tenía el Registrador de convocar el Referendo.

En cambio, el Señor Alcalde si obliga a todos los funcionarios de la Alcaldía, más los que logrará traer de otros rincones del país, para que hagan escándalo en la Plaza de Bolívar, y eso sí se considera una legítima manifestación política... ¿Cuántos suman los cupos de la Plaza de Bolívar? ¿Realmente pueden equipararse a la acción ciudadana de plasmar nombre, firma y cédula para manifestar su parecer según los mecanismos legítimamente establecidos en la Ley? Lo mismo pasó cuando se recogieron más de cinco millones de firmas contra el aborto, y el Congreso se las pasó por la faja en una sola sesión de la Comisión respectiva.

La verdad es que los ciudadanos tenemos una posición muy cómoda al respecto. Con todo lo legítimas que sean las firmas, estamos demasiado acostumbrados a no movernos de nuestro lugar cuando se trata de hacer valer los verdaderos derechos, no los que se inventan cada cierto tiempo ciertos grupos con intereses oscuros, aunque muy claros.

Por cuenta de esta inactividad, lo que ha prevalecido en esta ciudad es que unos cuantos, que se dicen "indignados", bloqueen las vías y el transporte público las veces que se les dé la gana y manifiesten su total superioridad moral frente a los gobernantes de turno y con eso tienen para hacer elegir al que sepa gritar más duro, que fue exactamente lo que sucedió con la votación que eligió a Petro. A nadie le importó si sabía gobernar.

Al final, si Petro se va o no, no será tan grave, si de verdad seguimos confiando en que sea algún funcionario con principios radicales el que tome las decisiones que deberíamos hacer valer los ciudadanos. El Gobierno de Petro ha sido un desastre y lo que sucedió con las basuras fue una vergüenza de talla mundial para los bogotanos, que ahora quieren reducir a un asunto de rivalidades políticas.

Al Procurador muy poco le importan las encuestas y las presiones de los gobernantes de turno, de manera que él seguirá con lo suyo; él verá si actúa con sujeción a la Ley. Lo importante es que los bogotanos aprendamos la lección y asumamos las responsabilidades políticas que tenemos como ciudadanos.

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